A veces, los lugares más pequeños están llenos de grandes historias, y eso es justo lo que nos muestra el libro Ramón y El Grullo. Relatos de un cronista aprendiz, escrito por Néstor Daniel Santos e ilustrado por Itziar Ávalos. Leer esta obra es permitirnos conocer un pueblo de Jalisco a través de los ojos de Ramón, un niño curioso, observador y con muchas ganas de contar lo que vive y aprende en su entorno.
Ramón nació en El Grullo, y desde ahí nos comparte lo especial que es su pueblo. A lo largo del libro, el joven narrador se convierte en una especie de guía turístico que, en vez de mostrarnos monumentos famosos y presuntuosos, nos lleva por las tradiciones, las leyendas y las costumbres de su gente.
Uno de los primeros relatos que atrapa es la historia del nombre de El Grullo. Ramón nos cuenta cómo se fue formando la identidad de su comunidad, y lo hace de una manera sencilla y llena de cariño. Nos platica sobre las fiestas del pueblo, que están profundamente ligadas a la religión, especialmente a la devoción por la Virgen de Guadalupe. Con mucho entusiasmo, describe cómo se viven esas celebraciones y la emoción que sienten todos los habitantes cuando se van acercando estas fechas. También nos habla del clima tan particular del lugar: los días calurosos que parecen no acabar y las lluvias intensas que, cuando llegan, traen algo muy especial para los niños del pueblo. En una de las partes más bonitas del libro, Ramón narra cómo, con la primera tormenta, los jóvenes juegan con globos de papeles coloridos que vuelan con aire caliente y toman rumbo con el viento. La forma en que Ramón describe las calles de El Grullo también es interesante. No son como las de los pueblos perfectamente trazados que se ven en los libros de geografía. Aquí, cada calle tiene una historia ligada a la de su gente, su razón de ser.
Para cerrar con broche de oro, el libro incluye una leyenda muy conocida en el pueblo: la Cueva de Goya. Se dice que durante la Revolución Mexicana, Gorgonia Rivera, una mujer adinerada por herencia, escondió un gran tesoro en una cueva. Aunque muchas personas han intentado encontrarlo, nadie lo ha logrado… todavía. Este relato mezcla la historia con el misterio y nos deja con ganas de investigar más. Además de todo lo que se cuenta, el libro es muy atractivo por sus ilustraciones. Itziar Ávalos, la artista que acompañó con sus dibujos los relatos de Ramón, utiliza colores llamativos y formas simples que capturan la atención sin distraer del mensaje. Las imágenes complementan muy bien la historia y ayudan a imaginar mejor lo que Ramón nos cuenta.
Este libro es perfecto para niñas y niños que disfrutan aprender sobre diferentes lugares, conocer leyendas y descubrir cómo viven otros en otras partes de México, esto permite a los niños desarrollar empatía hacia otras culturas, al comprender que cada lugar tiene su riqueza única. Pero me atrevo a decir que es aún mejor como un material recreativo y artístico para los niños de El Grullo. La literatura infantil que aborda los rasgos identitarios de una región desempeña un papel importante en la formación cultural y emocional de los niños. A través de historias, personajes y escenarios inspirados en su entorno, los lectores pueden reconocerse en los relatos, fortalecer su sentido de pertenencia y valorar sus raíces. Este tipo de literatura transmite tradiciones, costumbres, lenguas y valores locales, además de que contribuye a preservar el patrimonio cultural de las comunidades. En este sentido, Ramón y El Grullo. Relatos de un cronista aprendiz es un homenaje a la memoria, a la tradición y muestra de manera única que los niños también pueden ser grandes contadores de historias.




Ilustración de Ingrid Leguer
Roberto Vázquez Ramírez
Estudiante de Licenciatura en Letras Hispánicas en el Centro Universitario del Sur y parte del equipo de Teocintle, gaceta agroecológica