Irma Patricia Espinoza Magaña
Colectivo Agroecológico Teocintle / Parque Agroecológico Zapopan
Las mujeres que cultivamos en la ciudad, impulsando y trabajando en diferentes proyectos de huertas urbanas, construimos experiencias de la mano con procesos colectivos, comunitarios, a partir de las búsquedas personales y desde la práctica agroecológica, el intercambio de saberes y el amor por la naturaleza. Desde mi vivencia y lo que he compartido con otras mujeres en estas andanzas por alrededor de nueve años; considero que es importante reconocernos y sabernos acompañadas en este camino por la búsqueda de la soberanía alimentaria, por ello es necesario visibilizar nuestras acciones e impulsar una vinculación estrecha que permita potenciar las huertas y el trabajo que se realiza, a pesar de los retos y las dificultades a las que nos enfrentamos como mujeres urbanas trabajando la tierra.
En la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), el territorio donde me he desarrollado, en donde he aprendido y compartido diversas experiencias alrededor de la alimentación y el cultivo de alimentos, podemos decir que predomina un contexto urbano, en donde la inmediatez y el consumismo permean la vida cotidiana y se tiene una amplia desconexión con la naturaleza y con lo que comemos. En esta ciudad caótica, se teje una red amplia de mujeres que cultivamos y cuidamos de la tierra a través de los principios de la agroecología y desde la comunidad, trabajamos en diversas huertas de diferentes contextos, con el objetivo volver a conectar con lo que comemos, por la búsqueda del cuidado de nuestra salud, la de nuestras familias y la del medio ambiente; y que nos vinculamos en diferentes procesos que apuestan por el cuidado de la vida y la soberanía alimentaria desde las semillas.
Somos mujeres, madres, abuelas, estudiantes y profesionistas con una vida en la ciudad, que integramos el trabajo en la huerta como una actividad de cuidado que nos ocupa, recrea y da vida. Producimos biodiversidad en alimentos, plantas medicinales, semillas y demás insumos que transformamos en una diversidad de alimentos vivos que nutren. Buscamos rescatar los saberes y sabores tradicionales que nos compartieron nuestras abuelas a través del cultivo y la preparación de alimentos ancestrales como lo es el maíz y la milpa en su conjunto, rescatando la importancia que tiene para nuestra cultura alimentaria.
Desde mi experiencia con el trabajo en el Parque Agroecológico Zapopan (PAZ) de la mano del Colectivo Agroecológico Teocintle (CAT), es importante reconocer el amplio potencial que tiene el trabajo y liderazgo de las mujeres que compartimos el espacio que estamos presentes y activas cuidando el espacio, apostando por la generación de comunidad alrededor del cultivo de alimentos en un parque público. Ante esto, algunos de los retos que enfrentamos es lograr la continuidad de los procesos a pesar de las administraciones municipales, mantener la autogestión del espacio y contagiar a cada vez más personas, pues la práctica de la agricultura en la ciudad no es sencilla, implica mucha dedicación y constancia que cuando llegan los primeros resultados de ése esfuerzo, sabes que estás haciendo algo que vale la pena.
A pesar de las dificultades e implicaciones que tiene practicar la agroecología en el contexto tan complejo de la ciudad por la incidencia de diversos factores, como lo es por ejemplo el tiempo que se tiene disponible para el cuidado de los cultivos que se reparte con otras ocupaciones y responsabilidades, los tiempos dedicados al transporte; además, los suelos urbanos que se tienen disponibles están muy degradados, algunos fueron mucho tiempo lotes baldíos, aunado al déficit que se tiene de áreas verdes. Así, se pueden enlistar diversas dificultades a las que nos enfrentamos. Sin embargo, a pesar de todo estamos convencidas y sabemos que el camino de la agroecología, es el camino ya que al día de hoy la apuesta es por la vida.