Fabiana, Angeles Ortiz, Luzma, Caro
Para nosotras es un verdadero placer poder compartirles nuestra experiencia en el cultivo de Chile Yahualica y cómo ha sido nuestro proceso para comenzar con la transición y la implementación de prácticas agroecológicas.
Dando un breve contexto, comenzamos este proyecto partiendo de nuestra filosofía que es poder acercar a las personas alimentos más saludables, libres de químicos o sustancias nocivas para la salud. En este andar, hemos tenido la fortuna de conocer personas que piensan como nosotras y que nos han aportado grandes enseñanzas acerca de cómo buscar disminuir el daño en el medio ambiente, provocar un impacto positivo en la sociedad, promover cadenas cortas de comercialización e impulsar la producción local.
Todos estos términos suenan maravillosos, pero lograrlos empatar en un modelo de negocio que sea sostenible es realmente retador. Por ello, la colaboración, crear redes y comunidad creemos que es primordial para que esto no se quede en una utopía y que realmente se logre el alcance deseado.
Derivado de esto, nació nuestra iniciativa de poder producir alimentos que integren de manera equilibrada las interacciones entre las plantas, los animales, los seres humanos y el medio ambiente, teniendo en cuenta aspectos sociales que logren un sistema alimentario justo, saludable y sostenible.
Nuestra motivación para emprender en el cultivo de Chile de Árbol de Yahualica inició principalmente por el valor ancestral jalisciense y el regionalismo de este producto.
Observamos que había una pérdida de interés en cultivar el chile de árbol, por su desvalorización en el mercado, esto representó para nosotras la oportunidad de promover en todo lo alto la importancia del Chile Yahualica como un ícono gastronómico y cultural de nuestro Estado, capaz de impulsar la economía rural de la región, por la calidad y las características que lo hacen único.
Pero ¿cómo comenzar a implementar la agroecología en este cultivo? No teníamos ningún referente de algún productor que lo hubiese hecho antes en el Chile Yahualica, así que el primer reto al que nos enfrentamos fue el desconocimiento, nuestro proceso se llevó a cabo a partir de prueba-error-medición.
Comenzamos por lo más básico, el agua; ¿qué debíamos hacer para evitar el despilfarro y desperdicio de tan valioso recurso? La respuesta, tecnificación. Instalamos riego por goteo para mayor control de la humedad y máximo aprovechamiento del agua.
Posteriormente, tuvimos la oportunidad de tomar diversas capacitaciones que nos ayudaron a obtener mayor conocimiento del suelo. Nos ayudó bastante el hecho de realizar un estudio de resonancia electromagnética para poder conocer las condiciones del suelo; a grandes rasgos, este estudio te proporciona información acerca del historial del suelo, qué microorganismos tiene en exceso o con cuales no cuenta, su nivel de ph, entre otros resultados. Con ello, puedes saber qué requiere para nutrirlo, estabilizarlo, controlar plagas y enfermedades, así como mejorar la producción. Esto nos marcó la pauta para comenzar con la aplicación de los primeros bioinsumos, como Hummus de Lombriz, lixiviados, supermagro, entre otros.
Lo mejor de todo, ¡es que tú mismo puedes crear tus propios bioinsumos! No es cosa de reinventar la rueda, pero sí requiere mucho trabajo, esfuerzo y dedicación. Se nos presentó la posibilidad de poder cooperar y participar con algunos productores de Temacapulín para activar una pequeña fábrica de bioinsumos y así aprender cómo elaborar canteros para lombricomposta, canteros para generar lixiviados de biomoléculas, caldo sulfocálcico y supermagro.
Un reto constante en este proceso de transición fue la mano de obra. Por ejemplo, llegó el temporal de lluvias y, por consiguiente, la hierba y el zacate. Como nosotras no aplicamos sellador a la tierra, tuvimos que invertir mayor trabajo manual para deshierbar, la ventaja fue que esa hierba que quitamos la pudimos aplicar a manera de acolchado vegetal para disminuir el crecimiento de zacate en los surcos. Añadimos también carrizo en algunos surcos como acolchado.
Todo ello implica un aumento considerable en el costo de producción lo cual complica la rentabilidad del negocio.
Con el tema de la mano de obra, nos dimos cuenta del papel tan crucial que realiza la mujer en el campo, puesto que quienes nos apoyaron en labores como la plantación, deshierbe y cosecha fueron en su gran mayoría mujeres de la región, con vasta experiencia y conocimiento transmitido de generación en generación referente al cultivo de chile de árbol.
Pese a las dificultades que nos enfrentamos por introducirnos en un mundo completamente nuevo para nosotras, nuestras metas siguen totalmente enfocadas en continuar aprendiendo e integrando metodologías para la restauración de los suelos y restablecer su equilibrio para así lograr cosechas saludables, disminuyendo el uso de agroquímicos en la producción de alimentos.
De la mano viene una labor titánica para concientizar al consumidor para que a través de su elección, puedan seguir apoyando el trabajo que realizamos los productores con este tipo de pensamiento, prácticas y filosofía.
Por eso para nosotras es tan importante que a los productores se nos brinde la oportunidad de participar en espacios como el Mercado Agroecológico Teocintle, para promover un punto de encuentro entre el consumidor responsable y una gran variedad de productos saludables a su alcance.