Tatiane de Jesus Marques Souza y Mamen Cuéllar Padilla

Año 2, número 14

Desde la perspectiva agroecológica, identificamos como un importante desafío humano la cuestión ambiental, que implica un intenso trabajo de reaprender nuestro rol en el mundo. Nos encontramos frente al reto de construir ecosistemas sostenibles no solo en el campo, sino también en los diversos espacios sociales, como es el caso de las escuelas rurales y urbanas.

La agroecología propone una visión hacia una ecoeducación crítica, como la que ha propuesto Paulo Freire, donde la persona se vea a sí misma y al mundo, sus problemáticas, sus desafíos, y principalmente sea consciente de que somos responsables y podemos construir el cambio.

Así que, para nuestra investigación en la universidad, hemos trabajado en huertos escolares agroecológicos como una herramienta educativa innovadora. Nuestra experiencia fue con escuelas del campo de Brasil, escuelas urbanas de Chile y de España. Compartimos algunos de nuestros aprendizajes:

  • Hemos observado que es importante que las escuelas sueñen cómo sería una escuela ideal, pues eso ayuda a orientar los trabajos del huerto escolar de una manera constructiva y participativa, principalmente para que los educandos/as puedan compartir todas las tomas de decisiones.

  • Los huertos escolares cambian el paisaje de las escuelas, motivan a sus alumnos/as a cultivar en sus casas y rescatan conocimientos campesinos adormecidos.
Fotografía de Tatiane de Jesús Marques Souza
Fotografía de Tatiane de Jesús Marques Souza
  • Son espacios que propician la convivencia de la comunidad educativa, donde pueden trabajar juntos mamás, papás, abuelos, abuelas, profes y los/as niños/as. Uno de los elementos más destacados en las actividades con el huerto fue el desarrollo de la biofilia, que es el sentimiento, el vínculo con la naturaleza, el desarrollo de esa mirada de respeto y admiración hacia las plantas y la alimentación.

Todo esto nos hace creer que los huertos escolares, entre muchos de los beneficios que promueven, en el sentido ecológico hacen que las escuelas cumplan una función ecológica de rescate de un espacio, sea urbano o agrícola, y promueven un proceso de cultura agroecológica donde los/las niños/as crecen junto con el huerto.