Alejandro Macías Macías

Todos los miércoles en CUSur eran día de tianguis. El pasillo a un costado de la cancha de fútbol se teñía de color rosa mexicano. Desde las 8.30am comenzaban a llegar las compañeras de El Rodeo, Atequizayán, El Fresnito, San Nicolás, San Andrés, Tuxpan y también de las colonias de Ciudad Guzmán, en Zapotlán el Grande. Acomodaban sus mesas, sus manteles, las sombrillas de colores y pronto los productos, desde medicina tradicional, artesanía, libros, miel, hortalizas agroecológicas hasta alimentos vegetarianos.

Pochtécatl surgió en 2014 como un proyecto de economía solidaria, posterior a Kuautlalli. Algunas de las participantes tenían sus huertos en casa o tenían historias en otros grupos vinculados a procesos agroecológicos o de economías alternativas, otras fueron acercándose para juntas, construir aprendizaje de procesos sustentables, tanto económicos, sociales y sobre todo ambientales vinculados a la producción y distribución de alimentos. Hasta antes de la pandemia, el Pochtécatl trabajó todos los miércoles haciendo educación ambiental, alimentaria y brindando otras alternativas de economías tanto a personas de las comunidades como a estudiantes de CUSur.

Fue un proyecto que con toda dificultad retornó a prácticas necesarias, como el cero desechable: las personas debían llevar vaso y plato para consumir sus alimentos, o su bolsa de tela en caso de que fueran a comprar hortalizas. En el camino surgió un proceso de resistencia a la propuesta que hacía el Pochtécatl: una negativa a dejar de usar plásticos. Para tratar de dialogar estos procesos durante el día, en las actividades del tianguis, las y los estudiantes, así como las compañeras del proyecto impartían talleres a quienes estuvieran interesadas e interesados en tomarlos.

Es así como Don Pedro, que es apicultor, compartía sus saberes sobre las abejas, Doña Angelina que es artesana hablaba de las bondades del tule, Lupita que es agroecóloga compartía su experiencia trabajando la tierra desde una perspectiva respetuosa, Sagrario que es defensora del territorio compartía saberes sobre medicina tradicional, sobre la tierra, el medio ambiente… y este compartir también lo hacían estudiantes, tejiendo redes importantes para construir saber y conocimiento.

Cuando llegó la pandemia el Pochtécatl vivió una crisis importante, pero el grupo es fuerte: las mujeres tejen vínculos de vida. Se comenzó un proyecto de canastas solidarias y durante meses se estuvo trabajando ofreciendo los productos de las compañeras a través de redes sociales y usando una casa puente para entregar las canastas.

Ahora esperamos regresar al pasillo de siempre, en CUSur, con los manteles rosas, los letreros coloridos, los talleres y foros al aire libre, los productos, la convivencia y sin más retomar el diálogo y el compartir con las nuevas generaciones que han llegado a estudiar de diferentes territorios de Jalisco y México.