Elizabeth García Urzúa
Terapeuta Floral y Remedios Ancestrales
Productos Naturales El Nahual
Coordinación ACDRA-SURJA ZAPOTLAN
Escuela Ecofeminista y de Saberes Ancestrales María Sabina
Instagram: ely_nahuala

Mi nombre es Elizabeth, soy nacida en el valle de Zapotlán. He tenido la fortuna en mi caminar por esta vida de estar siempre ligada a la tierra. De pequeña mi abuelito Juan y mi papá me llevaron a sembrar mi ecuaro, un lugar destinado solo para mi allá rumbo al pedregal donde por primera vez vi de frente una cascabel, le tuve miedo y respeto. Después me di cuenta que mi abuelito ya me la había dado a probar en un taco que le llamaban “camarón del cerro”. Desde entonces me di cuenta que la tierra nos alimenta de múltiples formas.

Con mi apá conocí bosques casi mágicos, nos llevaba a recorrer lugares recónditos que sólo él conocía, ya que era el encargado de abrir caminos para bajar la madera cosa que le pesaba, pero era su trabajo, (además en ese tiempo la misma empresa tenía reforestadores que se encargaban del cuidado). Lugares tupidos de frondosos bosques, con toda su grandeza y personas que los habitaban allá en medio de la nada donde no llegaba la electricidad pero en la noche nunca faltaba la luz de un cielo abundante de estrellas y los alimentos no venían del supermercado, sino, de la misma tierra, los niños y niñas que ahí habitaban tenían una fortaleza espectacular, sus cuerpos parecían no enfermarse nunca, sin temores de andar por ahí explorando y contemplando los ciclos de la vida mientras veíamos una ardilla muerta, contaban con un columpio que nos encantaba subir, pues como daba hacia una barranquilla parecía que de repente ya estaba una en pleno vuelo.

Bosques llenos de frutales típicos de la zona: que los duraznos, guayabo de venado, los capulines, el chicozapote, las peras y las manzanas había variedad para escoger. No considero que yo esté ya muy mayor para tener tanta añoranza, pero hoy día que me ha tocado de nuevo recorrer esos lugares que antes estaban llenos de encinos, pinos de diversas especies, frutales, además de los cantos de tantas aves y todo su hábitat característico del bosque templado, hoy me da pesar ver que no existen más. Al yo querer compartir esos caminos con mi hija e hijo ya no tengo nada que mostrarles por allá por el Floripondio.

Vivo de la tierra, hoy día me dedico junto con mi esposo Vicente a la transformación de plantas medicinales es decir hacemos, desde un bálsamo, una pomada, shampoo, tinturas y microdosis, así como al rescate de la salud de manera natural pero siempre en respeto a la naturaleza que es nuestra proveedora. No me gusta el sistema escolarizado así que decidí ser en muchas formas autodidacta ya que siempre he disfrutado leer cosas complicadas. Y se que todos los días se aprende algo siempre y cuando se practique. Estuve en un proyecto ecofeminista donde nos invitaron a participar en un MOOC (Massive Online Open Courses) estos son clases masivas, donde me aventé en la agroecología un término en ese tiempo novedoso donde se hace hincapié en lo importante que es el cuidado del territorio la mejor manera de alimentar la tierra antes de que ella nos alimente y que lo hagamos sin enfermarla. Como son los monocultivos ahora invasivos que tenemos en la zona sur de Jalisco, unos hasta nos prohíben voltear a ver sus tierras y quiénes se las trabajan.

Lo positivo de esto es que encontré caminos qué seguir con personas que se apasionan por su trabajo y no sólo eso, sino que sus trabajos van en armonía con la madre tierra, que la defienden, la cuidan, la alimentan y son incansables en compartir su conocimiento como lo hacemos en la organización donde participo llamada Alianza Ciudadana para el Desarrollo Regional Alternativo del sur de Jalisco (ACDRA-SURJA). Es aquí donde trabajamos en redes primero en la ciudad y de ahí pal monte para compartir el terreno del cual uno se va agarrando. Este año me vi en la tarea de rescatar un espacio público donde nos permitían ofrecer y comerciar nuestros productos que trabajamos dentro el lineamiento del comercio justo, la economía solidaria y opciones que siempre han existido como el trueque que son otras formas de trabajar la economía circular, los bancos de tiempo, la reconstrucción del tejido social, entre otros.

 Los que se creen de arriba dicen que esto no conviene pues están lejos de comprender la calidez humana que estos métodos y prácticas conllevan, ellos solo conocen el wallstreet que es para unos cuantos. Mientras que acá con los que somos arrieros se mueven mucho más estas corrientes pues somos mayoría. Ahora me enorgullece encontrar mediante el diálogo, un espacio donde podamos ofrecer nuevamente nuestros productos que se hacen uno a uno al igual que los compañeros y compañeras que hacen todo con dedicación y la libertad de trabajar en lo que les apasiona. Me complace poder congregar tanta gente y sus familias en un lugar que será denominado como “Mercadito Solidario Tzapotlatena” ahí estaremos haciendo ruido, demostrando que siempre hay por dónde caminar. Para que las y los niños que siguen nuestros pasos sepan que esto enaltece el espíritu y el espíritu de lucha.  Siempre debemos buscar las mejores alternativas o rescatar aquellas que se creen en el olvido para mantener nuestra esfera y estar en equilibrio con ella y sus infinitas relaciones cósmicas que tienen para nosotros y nosotras; simples humanos pasajeros, finitos…  seamos más como las micorrizas que como los parásitos. Cuidemos de ella y que nuestros sucesores aprendan con el ejemplo y la práctica.