Año 3, número 16

Guadalupe Núñez de la Mora

La agricultura es la profesión del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre. 
Cicerón.

Crecí de una forma afortunada, siempre con una conexión directa con la tierra, desde pequeña junto con mi familia trabajamos en la producción de alimentos, cuidábamos vacas, chivos y gallinas. Sembrábamos maíz, sorgo y calabazas, en ocasiones también experimentamos con otros cultivos que nos enseñaron a observar cómo se desarrolla cada uno, también a apreciar la lluvia al comenzar el verano y a sentir los primeros vientos fríos del otoño que marcaban el final de la temporada de lluvias y la llegada de la temporada de cosecha. 

A partir de esta realidad que les comparto nunca me han sido indiferentes los procesos que involucran el trabajo en el campo, ha avanzado el tiempo, las realidades de la vida son cada vez más diferentes entonces y se han necesitado movimientos que nos regresen la vista a este proceso primario de vida que es el cultivo y cuidado de los alimentos, el reaprender de los modos rurales de vida. Y así es como se generan proyectos tan importantes como este de transición agroecológica, del cual ahora participo. Estos procesos nos permiten reaprender a todos cómo se cultivan los alimentos, ponerle una cara a quien cosecha los jitomates que uso para hacer la salsa para la cena del día de hoy, del que cuida las vacas para poder hacer un queso para el desayuno de mañana y todos estos procesos respetando al máximo los ciclos de la tierra y de las personas. 

El participar de este proceso de transición ha sido de mucha observación y calma, aprender en equipo, ver como los productores han adaptado sus procesos productivos y de distribución a la realidad del mundo en que vivimos hoy. El grupo es diverso, participan abuelos y abuelas, niños y niñas, estudiantes, académicos y la comunidad que observa. Platicando con los participantes del proyecto todos mencionan su conformidad con el proyecto como con el apoyo de los asesores han logrado incrementar sus cosechas y también han aprendido a diversificar algunos de sus productos.

Quiero compartirles una historia de la que fui testigo, escribo esto en septiembre y comienza la temporada de tejocotes, se dan silvestres, por todos lados lograr ver los arbustos con sus bolitas amarillas. Y bueno la historia con estos frutos es que una de las señoras de la comunidad los llevó a vender al tianguis agroecológico de los jueves, el cual se coloca en la escuela primaria buscando que los niños tengan acceso a alimentos locales. Ahora sí, el asunto con toda esta historia, unos niños cortaron tejocotes y los fueron a vender por la comunidad, la señora les compró algunos, los puso a cocer con canela y azúcar y se los llevó al día siguiente al tianguis agroecológico. A la hora que los niños salieron al desayuno se acercaron a la mesa y con mucha felicidad vieron ya preparada su cosecha, su risa fue tan contagiosa y auténtica que para mí puede resumir y comprobar que estos procesos funcionan, son lentos y a pasitos pequeños pero constantes y transformadores. 

Si bien cada día nos adaptamos y usamos mejor las herramientas que nos ofrece la tecnología y los avances científicos considero que también es vital cuidar el vínculo con la tierra y con este proceso primario de producción de alimentos y el rescate de los saberes de los abuelos. Es un camino necesario de reconocer para mejorar nuestro bienestar en general, el regresar a los espacios naturales, diversas investigaciones han reconocido como experiencias naturales influyen en la identidad y los pensamientos positivos hacia la naturaleza, está relacionado con la evocación de emociones positivas, recuerdos de experiencias sociales en la naturaleza, y de reflexiones pro-ambientales (Mena-García et al., 2020). Regresar la mirada a este vínculo con la tierra es cada vez un proceso más notable, estudiado y necesario en los procesos sociales y ambientales. Ojalá cada vez exista una mirada más paciente, y en conjunto con la comunidad como este proyecto, necesitamos reaprender cómo participamos en este proceso diario de producir y consumir.