Año 3, número 16

David Espinosa Solís

El primero de agosto del 2022 comencé a trabajar en el proyecto de transición agroecológica del Rodeo, Jalisco. Al cual fui invitado por parte de Liz y Alejandro.  Es un proyecto ambicioso, con el objetivo de convertir las parcelas de los integrantes, en modelos de producción agroecológica.

En los primeros meses de mi participación conocí las parcelas y a todos los productores involucrados, de los cuales percibí un gran entusiasmo con las nuevas prácticas y técnicas que se les enseñaban, durante estos primeros meses se trabajó en el acondicionamiento y distribución de áreas a trabajar, todo se organizó y proyectó para el siguiente año de trabajo comenzar con la transición. 

Sin embargo, en el segundo año comenzamos a enfrentar desafíos. La sequía golpeó la región, y los cultivos que habíamos plantado comenzaron a sufrir, después llegaron las lluvias excesivas y todo el maíz se perdió, los productores se desanimaron y algunos comenzaron a cuestionar la efectividad de la transición. Además, otro aspecto que también fue y ha sido difícil de trabajar es la organización entre los mismos productores que muchas veces por su forma de vida necesitan salir a trabajar, ellos y sus familiares, lo que ocasiona que no pueden dedicarle el tiempo necesario a trabajar en sus parcelas en transición. Situación que económicamente no les favorece ya que en primera instancia no les representa un ingreso económico inmediato.

A pesar de los esfuerzos, el tercer año ha sido aún más difícil. La deficiencia de nutrientes en los suelos a trabajar y la poca disponibilidad de los productores para trabajar sus tierras, han hecho que el trabajo personal y comunitario se afecte directamente y repercuta en sus cultivos, al pasar de este tiempo puedo darme cuenta que no todos los resultados han sido lo que se esperaba, pero a pesar de todo se puede observar en la mayoría de los productores un cambio de mentalidad hacia un futuro más sostenible ya que de lo que se ha logrado producir han notado la calidad de los alimentos y han recobrado su identidad con la tierra y los diversos componentes de la agroecología, han recobrado lazos y se han motivado y creado una iniciativa de tianguis agroecológico dentro de la escuela primaria de la comunidad, para comenzar la distribución de sus productos excedentes dentro de la misma y así poder contribuir a la buena alimentación comunitaria, proponiendo una alternativa de consumo más responsable. 

Al final del proyecto, me doy cuenta que la transición agroecológica no es un proceso lineal y que los desafíos pueden ser muchos. Sin embargo, también me doy cuenta que la resiliencia y la determinación de los productores, que, a pesar de los obstáculos, siguen trabajando hacia un mejor futuro a favor de la sostenibilidad, es un punto clave para poder desarrollar un verdadero cambio hacia la agroecología.