Pascuala Méndez Jiménez

Año 3, número 17

Mi nombre es Pascuala Méndez Jiménez, tengo 26 años y vivo en Xulumo, Aldama, Chiapas. Mi familia está conformada por cuatro personas: mi esposo, yo y mis dos niñas. Nosotros somos agricultores y antes para cultivar quemábamos todo el rastrojo y utilizábamos fertilizantes químicos y líquidos como faena y otros, porque así lo aprendimos desde chiquitos.  

Pero hace algunos años comenzamos a conocer otras formas de cultivar. Empezamos con talleres de que estamos acabando con la vida de la tierra y tomamos talleres de salud que nos dijeron de dónde vienen las enfermedades, qué las causaba, y ahí fue cuando nos dimos cuenta del daño que nos estábamos haciendo por utilizar tanto agroquímico en la tierra, en nuestras hortalizas, milpa y frijoles, que son nuestros alimentos.

Luego vinieron ingenieros y maestros que trajeron plantas y árboles para sembrar y nos enseñaron cómo sembrar en curvas de nivel. Hicieron un aparato que le llaman “A” para trazar la parcela. Comenzamos a trabajar la agroecología con 18 mujeres de la comunidad, y nos fuimos apoyando unas a otras para sacar el trabajo.

Aprendí cómo trabajar la tierra de manera diferente, a podar los árboles frutales, a construir filtros, a encalar los árboles, a hacer abonos orgánicos como la lombricomposta, a hacer insumos naturales que protegen a las plantas de las plagas, como el caldo bordelés, a preparar fertilizantes como el súper magro, y sobre todo, a ser más consciente de qué es lo que llevo a casa para comer con mi familia.

Fotografía: Pascuala Méndez Jiménez

En mi parcela ya no quemo, y todo lo que queda de los cultivos lo dejo para que se integre a la tierra, para que tenga más materia orgánica y se nutra. Poco a poco he ido aprendiendo a controlar las plagas con cosas naturales para mejorar mi cosecha. El rastrojo se lo pongo a mis árboles frutales. Ahora ya están volviendo a crecer las verduras que se estaban perdiendo por utilizar químicos, como los tomatillos de la milpa, la yerbamora, la mostaza, la chicoria y otras yerbas más.

A mí me gusta mucho cómo trabajo la tierra ahora, siento que estoy cuidando mi salud y la de mi familia. y quiero que mi generación siga practicando este tipo de producción. Quiero dejarle algo bueno a mis hijos, que tengan siempre una tierra fértil y sana para sembrar.

Me siento feliz con lo que hago, aunque me preocupa que mucha gente no quiere trabajar así, porque creen que no se cosecha lo mismo, y aunque les explique, siguen utilizando químicos. Yo sí recomiendo las prácticas agroecológicas, porque con el paso del tiempo uno puede ver la diferencias en la parcela y se puede recuperar la salud de la tierra.