María del Sagrario Guzmán Reyes

No porque esa mazorca esté pequeña tiene tiene menos valor que las otras
Una mas una, te hace una olla de nixtamal
Abuela Viviana

I

La abuela Viviana decía: “El maíz es sagrado, el maíz no se mueve en la noche. El maíz duerme. El maíz es la vida de cada una de las personas. Es el oro blanco, negro, amarillo, rojo, azul. Es la vida misma. Si un maíz se le olvida llora, no se juega con el maíz. Si vas a poner nixtamal ponlo temprano, el maíz aun cocido duerme. El maíz tiene que descansar.”

II

Antes de sembrar el maíz se bendice. Hay un día donde se hace una misa y ahí se bendice la semilla, las herramientas: el azadón, la cazanga, la coa, la araña, porque todo tiene que ir bendito para el trabajo. Al estar en la parcela, al estar en el monte donde se va a sembrar el maíz se hace un rosario, se canta. Se pide permiso a la madre tierra para poder abrirla y poder depositar las semillas en ella. Cuando la milpa está creciendo se le da gracias a Dios, se le bendice cuando decimos que está en abuja, se bendice cuando está lista para darle tierra y ponerle su abono natural. Cuando llega el tiempo de asegundar, es decir, de volver a abonar y darle tierra, también se da gracias y se bendice.

III

Cuando la milpa está jiloteando la familia campesina se alegra porque el producto está empezando a salir. Entonces hacemos otro ritual, hay que dar gracias, hay que hablarle a la milpa, al jilote. Y la familia se pone contenta porque pronto podrá azar elotes en las brasas, cocerlas en el fogón en la olla de barro, para comerlos. Pero no solamente el maíz, también las calabazas tiernas, cocidas, guisadas, también los ejotes que se comen con huevo, cocidos con sal, el chile, la flor de calabaza, todo lo que siembres en la milpa.

IV

Ya está el maíz sazón. Estamos contentos y contentas porque nos vamos a cosechar con la canasta, el valde, y cuando hemos cosechado todo el maíz hay que agradecer nuevamente porque salió la cosecha, porque vamos a comer todo el año nosotros y también los animalitos: molemos la hoja, hacemos pinole, aprovechamos todo. Tenemos para comer todos y todas en secas y lluvias. Ya al cierre de la cosecha se hace un alabado, limpiamos el maíz, guardamos la semilla que usaremos el próximo año y separamos el que usaremos para comer. Protegemos la semilla para que año con año siga conservándose lo que nos dejaron nuestros abuelos y abuelas.