Año 2, número 10
Autor: Samuel Oliveros Sánchez
El Ejido la Joya se localiza en el municipio de Quitupan, dentro de la región sureste del estado de Jalisco, al occidente de la República Mexicana. Está constituido por sesenta ejidatarios y cuatro posesionarios, quienes se dedican a la agricultura (maíz, frijol, calabaza y cilacayote, también llamado Chilacayote en otras regiones) y a la ganadería de bovinos a pequeña escala (Registro Agrario Nacional [RAN], 2023).
Históricamente, la variedad de maíz criolla que se ha cultivado en el ejido es la uruapeña, la cual es una especie nativa perteneciente al grupo cónico de las razas mestizas prehistóricas (Wellhausen et al., 1951). Asimismo, de acuerdo con Hernández (2010), este tipo de semilla “procede del municipio de Atoyac, Jalisco, y se caracteriza por ser una de las más tardías del grupo, con planta de porte bajo y mazorca cónica de grano semidentado” (como se cita en Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad [CONABIO], 2020, párr. 2)
El maíz uruapeño es llevado a la práctica con técnicas de cultivo tradicionales. Estos saberes forman parte de la cultura de los campesinos del Ejido la Joya, ya que están ligados a su identidad, a su estilo de vida y a su día a día. Otro factor importante, es que estos conocimientos se han ido transmitiendo de generación en generación, por lo cual tienen un valor mucho más significativo para los ejidatarios de este lugar.
Pero, en la actualidad, es relevante mencionar que, a través de observaciones de campo, se ha identificado que el cultivo tradicional de maíz uruapeño ha decaído en el Ejido la Joya, esto porque los campesinos se han decantado por seguir prácticas agrícolas modernas e innovadoras: uso de semillas híbridas, fertilizantes, herbicidas, pesticidas, entre otros insumos agrícolas.
Bajo este panorama, en el presente estudio se pretenden conocer las prácticas de resistencia que realizan o llevan a cabo algunos de los campesinos del Ejido la Joya, para la conservación de los saberes tradicionales sobre el cultivo de maíz uruapeño, con la finalidad de que prevalezcan estas técnicas de agricultura que forman parte de su identidad y cultura.