Año 2, Número 7.

María Guadalupe Ocampo Guzmán

Héctor. B. Fletes Ocón

La organización de ferias como una herramienta para afirmar el saber asociado a la conservación de la agrobiodiversidad se presentan como un mecanismo eficiente para unir a los actores locales alrededor de la diversificación varietal de cultivos y crea espacios de aprendizaje colectivo y comunicación multi personal que impulsa los procesos de innovación agroecológica en las comunidades rurales.

A través de las ferias se pueden visibilizar, fomentar y documentar los conocimientos sobre la biodiversidad que poseen las y los productores de las comunidades rurales. Además, facilitan la creación de una amplia red solidaria de agricultores para el beneficio ambiental, social y económico de las unidades de producción, incidiendo fuertemente en la disponibilidad y autonomía de las semillas y en la seguridad y soberanía alimentaria a nivel comunitario.

Para un número significativo de productores de las comunidades indígenas de Aldama, Chiapas, las ferias de la biodiversidad se han convertido en un importante espacio de convivencia, aprendizaje y alegría de ver a las y a los otros con sus frutos, plantas, semillas y alimentos producto del trabajo, esfuerzo y perseverancia cotidiana de las familias. 

En Aldama, la primera feria se realizó en el 2017 a partir del trabajo promovido por la organización de Promotores del Autodesarrollo Sustentable en Chiapas (PROASUS). El ejercicio resultó un poco accidentado por la poca experiencia de los productores en la actividad, sin embargo, las celebraciones posteriores fueron mucho mejor en cuanto a organización y contenido. Actualmente se han realizado cinco ferias en la cabecera municipal de Aldama, una en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Chiapas y otra en el espacio comercial de la “Mercadita” en San Cristóbal de las Casas. 

Los eventos han reunido a familias productoras, integradas por hombres, mujeres, jóvenes y niños, no sólo de las comunidades de Aldama, sino de otros municipios de la región como Tenejapa, San Cristóbal de las Casas, Huixtán, Chalchihuitán, entre otros; a instituciones no gubernamentales e instituciones educativas. El interés y la alegría con que acuden las familias a la feria refleja su compromiso con el contenido de esta. Seleccionan sus mejores mazorcas, semillas y plantas para mostrarlas e intercambiarlas con mucho aprecio. Preparan sus platillos favoritos que comparten en la convivencia colectiva. Explican sus prácticas productivas y comerciales, y se comprometen a volver en el siguiente año. 

Así, los conocimientos, aprendizajes, semillas y plantas que se adquieren en las ferias se trasladan a la parcela y contribuyen a la conservación de la agrodiversidad del territorio y alimentación de la población.