Fanny Saray Delgado Solano
Año 3, número 17
Mi nombre es Fanny Saray Delgado Solano, tengo la edad de 31 años, soy originaria de la comunidad de Coapan, municipio de Jala Nayarit, con orgullo digo que soy una mujer rural, ya que me encanta el trabajo de campo y más porque aquí en mi zona se trabaja la agricultura. A mí me gusta siempre aprender cosas nuevas, trabajar la tierra y saber que todo trabajo tiene su recompensa, más si una la trabaja con amor y pasión. La tierra nos puede devolver más de lo que una piensa, siempre y cuando la respetemos. Mi mayor motivación para trabajar en este ámbito de la agroecología es mi familia, ya que con esto estoy garantizando que los productos que cosechamos son 100% de calidad, libres de agrotóxicos. Yo digo siempre que es algo muy gratificante y es un regalo que como madre le puedo dar a mis hijos, que entre menos contaminantes tenga su cuerpo ellos pueden aunque sea alargar unos años más de vida.
El 25 de agosto del año 2023 ingresamos al proyecto con el cuerpo académico de Actores Sociales y Desarrollo Comunitario de la Universidad Autónoma de Nayarit. Investigamos en qué consistía el proyecto y no dudamos, conscientes ya estamos de lo que queremos hacer entonces se nos dio la oportunidad. Comenzamos a trabajar la agroecología, estamos aprendiendo muchas cosas que desconocía, cada día me emociono más, aprendo cosas nuevas. En este proyecto se involucra toda mi familia: mi esposo y mis hijos. Sentimos el apoyo de todo el cuerpo académico y del equipo técnico que siempre ha estado al pendiente en lo que necesitamos saber.
Uno de los desafíos a los que me he enfrentado en este caminar de la agroecología es que he rechazado varias ofertas de trabajo, yo tengo la profesión de ingeniera en gestión empresarial, y pues sí llegué a pensar en un momento en un sueldo seguro para tener, se podría decir entre comillas, “calidad de vida”, pero poniendo en la balanza vale mucho más pasar el tiempo con mi familia y estar aprendiendo todos juntos la agroecología.
Estamos aprendiendo aún, no es fácil, todo tiene su trabajo, y siempre lo he dicho, en este ámbito es redoblar esfuerzos para poder lograr lo que tenemos en mente, llegar a un momento en el que podamos tener nuestra soberanía alimentaria para mí, y como soy madre, para para mi familia también.
Otro de los desafíos a los que me he enfrentado como mujer es que una debe tener triple pila para seguir, estar al pendiente de las necesidades de mis hijos, y participar de todas las actividades, individual y como familia. Por ejemplo, nosotros participamos en el huerto del preescolar, en el huerto de la primaria, aparte nuestro huerto familiar y la parcela, es mucho trabajo, pero no me da flojera porque vale la pena y sé que estamos sembrando algo muy hermoso en nuestros hijos.
En este trabajo mi esposo participa todo el tiempo, aun así se siente la gran responsabilidad de una como mujer en esta parte del cuidado, estar al pendiente de todas nuestras responsabilidades que tenemos.
Otro desafío son los cambios de realidades, críticas tanto de la propia familia como de personas conocidas de aquí de la misma comunidad: “ay no, mucho trabajo” “ay ¿por qué andas haciendo eso?”, que a veces desaniman, pero yo siempre estoy muy enfocada en lo que quiero lograr, en lo que estoy logrando y la verdad es una gran satisfacción y esa nadie me la quita.
Nosotros estamos produciendo y resguardando semillas para volver a tener nuestro propio banco de semillas, y de este modo no batallar y ser autosuficientes. También en nuestra familia producimos la pomada de caléndula agroecológica y el humus de lombriz que tenemos ya la marca registrada.
Todos los excedentes que tenemos lo mandamos a la RASSA-JALA, que es una red donde hay consumidores que están dispuestos a comprar calidad y valorar nuestro trabajo. La verdad es un punto muy importante en este proyecto al que pertenecemos, es una motivación más también para nosotros seguir produciendo y cultivando productos agroecológicos de calidad y saber que más personas también se benefician en este caminar con la alimentación.
Todo se entrelaza, todo va de la mano, es una red muy bonita, que además nos permitió conocer otras experiencias de personas.
Hoy me considero una mujer muy activa, tengo un emprendimiento aparte de la pomada de caléndula agroecológica, lo del Humus, también tengo un pequeño restaurante que solamente abro una vez a la semana, en el se venden alimentos totalmente agroecológicos, así mismo, pertenezco a un grupo de mujeres de la misma comunidad de Coapan.
Me gustaría que las mujeres rurales nos organizáramos para dar a conocer más nuestro trabajo y que las demás personas lo conozcan, que vean todo lo que hacemos y así puedan valorar todos los trabajos que realizamos, que más instituciones conozcan nuestro trabajo para que sea difundido y apoyado.