José Abad Aispuro Chávez

Año 3, número 18

Desde temprana edad, siempre he sentido una profunda curiosidad y fascinación por las plantas: sus variadas formas, colores, texturas, sabores y aromas me atraían constantemente. En mi adolescencia, tuve la oportunidad de trabajar en un centro de terapias alternativas, donde el uso de plantas medicinales y aromáticas era fundamental para la práctica de distintas terapias. Esto me abrió las puertas a un mundo de conocimientos sobre el poder y la importancia de la flora en nuestra salud y bienestar.

Más adelante, encontré inspiración en varios biólogos de la Universidad de Guadalajara, quienes dedicaban sus investigaciones al estudio de las plantas medicinales. Sin embargo, fue en 2012, cuando ingresé a la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales en el Centro Universitario de la Costa Sur, donde verdaderamente pude explorar y experimentar de cerca la enorme diversidad biológica local y de la región Costa Sur de Jalisco, además de otras regiones del país. Estas experiencias no solo alimentaron mi interés, sino que despertaron en mí una mayor conciencia sobre el papel crucial de la biodiversidad en la sostenibilidad de los ecosistemas y su relación con la agroecología.

Fotografía cortesía de José Abad Aispuro Chávez

Mi creciente interés por la flora me llevó a realizar mis prácticas profesionales en el herbario ZEA, del CUCSur, donde adquirí una comprensión más profunda sobre la clasificación, conservación y el uso de plantas en distintos contextos. Esta experiencia me permitió llevar mi conocimiento a la práctica y, con el tiempo, comencé a impartir talleres en comunidades rurales sobre el aprovechamiento, transformación y usos medicinales de diversas plantas. Estos talleres no solo contribuyeron al conocimiento, a la salud y el bienestar de estas localidades, sino que también generaron un sentido de conexión y respeto hacia el entorno natural.

Para mí, la agroecología no podría concebirse sin las plantas y los animales. Aunque no soy un productor agroecológico en el sentido tradicional, me considero un transformador agroecológico, ya que mi labor se enfoca en recolectar, aprovechar y transformar plantas y frutos silvestres, además de adquirir algunos que han sido cultivados de manera limpia y sostenible. He aprendido a formar alianzas locales y regionales, lo cual me permite conectar de manera más profunda con la agroecología y participar activamente en el fortalecimiento de las redes agroecológicas locales.

La agroecología ha sido una pieza fundamental en mi desarrollo tanto profesional como personal. Este enfoque ha guiado mi camino hacia una relación más armónica con el medio ambiente, integrando mis proyectos personales y laborales y reforzando mi compromiso con el cuidado de nuestro entorno y el bienestar de las comunidades que dependen de él. Cada paso en este camino me ha llevado a valorar la importancia de preservar nuestros recursos naturales y a promover prácticas sostenibles, que permitan el equilibrio entre el uso responsable de la biodiversidad y el respeto por la naturaleza.