Melissa Galeana

Hace muchos, muchos años, cuando la tierra reverdecía sin placas de cemento, y la gente hablaba la lengua madre, en el valle de lo que hoy es Tehuacán Puebla, las mujeres cultivaban el maíz. Lo cosechaban y molían para transformarlo en eso que llamamos tortillas, en tamales, en tacos.

Hoy, mujeres de Santa María Coapan, Puebla, aún conservan esta herencia alimentaria y reproducen la cultura indígena que las representa como un pueblo Nahua. Las coapeñas se han dedicado a la elaboración y venta de alimentos a base del maíz desde la fundación de la ciudad de Tehuacán, ya que siendo un pueblo vecino, se trasladaban para comercializar sus productos.

Es normal ver a una coapita, como se les nombra de cariño a las coapeñas, vendiendo sus tortillas, taquitos, memelitas, y otros antojitos en las calles de Tehuacán. Las tortilleras pueden tener un punto fijo de venta o pueden hacerlo de casa en casa. Las taqueras por su parte, en la mayoría de las ocasiones cuentan con un punto determinado; en el caso del mercado 16 de marzo, las mujeres cuentan con mobiliario que les permite tener una labor que cumple con las normas de salubridad y también con mayor comodidad.

El mercado 16 de marzo, en el centro de Tehuacán, es reconocido como uno de los puntos de venta más importantes del Valle, no sólo para la ciudad, sino para las comunidades aledañas, como nodo de comercio entre poblaciones tanto de Puebla como de Oaxaca. En este mercado, las coapeñas tienen una historia compartida de su desenvolvimiento económico y cultural, ya que han vendido sus productos dentro y fuera del mercado desde hace décadas. Esta labor consiste en preparar y vender alimentos con base en la semilla madre de México, a un precio accesible para la clase trabajadora, comerciante y para el grueso de la población media-baja, por lo que representa sin duda, un sostén de la alimentación en la población tehuacanera y sus visitantes.

Sin embargo, en 2017, la entonces presidenta municipal Ernestina Fernández, levantó un mandato de desalojo de los y las vendedoras en las inmediaciones del mercado, debido a un decreto que establecía el centro de Tehuacán como Centro Histórico. Dicho decreto, aunque nunca fue publicado de manera oficial, logró funcionar como justificación para comenzar una serie de desalojos sin fundamento, cargados de hostilidad y violencia hacia las vendedoras, en específico, para las coapeñas.

Fue así, como un grupo de taqueras coapeñas decidió formar en 2019 un frente unificado en contra de su represión, alentado por otros grupos auto organizados de vendedores de la zona. El grupo entró en contacto con un abogado tehuacanero, simpatizante a su causa y pronto se gestionó de manera autónoma la conformación de 16 taqueras que promovieron un juicio de amparo apelando a su derecho de trabajo digno y promoción de su cultura Nahua.

El grupo autonombrado Yolotlégole, que en el náhuatl de la región tehuacanera significa “corazón de maíz”, obtuvo después de casi dos años, una sentencia a su favor. No obstante, el Ayuntamiento de Tehuacán trató de hacer caso omiso de esta resolución por distintos medios, hasta que, gracias a la presión que ejercieron distintas entidades federales sobre el Ayuntamiento, poco a poco, las mujeres dejaron de ser hostigadas y violentadas.

Durante el proceso legal que tuvieron como agrupación, las coapeñas experimentaron una serie de sentimientos, por un lado, la pertenencia a un grupo indígena que antes habrían ignorado debido al constante bombardeo denigrante hacia las comunidades originarias. Por otro lado, identificaron también sensaciones de poder al integrar un grupo de mujeres con agenciamiento y voz sobre sus propias vidas y hacia las autoridades. Finalmente, la sororidad, la complicidad y la vitalidad no faltaron a lo interno de la organización, como compañeras, paisanas y familia.