Año 2, Número 9

Autor: Luis Leonardo Gutiérrez Cerecedo

Pulquería la Mestiza

El pulque, el octli, el tlapehue, cara blanca o como lo quieran llamar, esta bebida es por excelencia la bebida de nosotros los mexicanos y de uno que otro extranjero perdido por acá.

Fotografía de Sofía Margarita López Navarro

Está tan arraigado a nuestra historia que en cualquier parte puedes encontrar un maguey, no importa el clima, no importa el lugar, ellos resisten y crecen hasta enquiotar, esta característica de resistencia nos ha ayudado a aprovecharlo para sobrevivir dándonos de comer, beber y vestir cuando hay escasez y sequías.

El maguey es un símbolo de resistencia para los mexicanos, tiene una adaptabilidad sorprendente, en el desierto crecen los magueyes marmorata, y en las montañas los magueyes hookeri sin hablar de la infinidad de especies que habitan en México. 

Beber pulque es más que tomar una simple bebida, es beber el trabajo y sacrificio de la planta y las personas que se dedican al maguey. Personas que sacrifican su vida por cuidar sus magueyeras y raspar mínimo 2 veces al día para sacar el néctar de la planta; su delicioso aguamiel. Es un trabajo noble y de mucho amor a la tierra, es tanta la conexión del tlachiquero con sus magueyes que con mirarlos saben el momento en el que están por enquiotar.

En algunas regiones se reza y agradece a la planta, en otras se marca una penca, incluso se canta y se ofrenda para iniciar con el raspado, pero en todos los casos hay un respeto hacia el maguey. 

Hablamos de un proceso 100 % artesanal el cual empieza con esperar a que la planta alcance una edad madura de entre 8 a 10 años antes de entrar en su proceso de floración. 

La planta se sacrifica para darnos su valiosa bebida, dejando a un lado su proceso natural de reproducción. Cada trago de pulque lleva con él este gran trabajo, es por eso que no debemos menospreciar esta valiosa bebida, debe dársele el valor real al trabajo de la gente que dedica su vida al maguey, debe pagarse el pulque a un precio respetable. Gran parte de esta responsabilidad la tenemos nosotros como consumidores, como diría esa frase popular “sin tlachiquero no hay pulque, sin pulque no hay fiesta” 

Los oficios dedicados al maguey están desapareciendo, de las tantas haciendas pulqueras del centro del país ya solo quedan unas cuantas, para las nuevas generaciones ya no es redituable este trabajo por el tiempo dedicado, el trabajo duro y lo mal pagado que es, ya sólo los viejos o algunos ranchos magueyeros resisten. Sin dejar a un lado la lucha que ha tenido con otras bebidas más populares y con mayor mercadotecnia como lo es la cerveza, el tequila y el mezcal. 

Maguey Salmiana en floración (enquitado) Rancho la Gaspareña, Singuilucan.
Fotografía de Luis Leonardo Gutiérrez Cerecedo

Diferentes colectivos en el país están luchando por difundir la cultura del pulque y el maguey, esperando así que más gente lo valore y respete nuestro amado Octli. Se está buscando hacer oficial el primer domingo de febrero como el Día Nacional del Pulque. Se han realizado marchas y eventos múltiples en el país para reforzar la lucha, como lo es la marcha verde del maguey, la mayordomía de Mayahuel que ahora se encuentra en Guadalajara y la peregrinación pulquera con 102 años de tradición, entre otros festivales pulqueros. 

El maguey no es solo una bebida embriagante, el maguey es resistencia e identidad de nosotros los mexicanos. 

Sintámonos orgullosos del verde del Maguey que es el verde de México.