Año 2, número 11

Por: Martín Plascencia González y Blanca Angélica Romero Rodríguez

En México la centralización de la infraestructura para actividades culturales en grandes ciudades y la desigualdad en el acceso a bienes culturales persiste, aunque el derecho a dichos bienes está reconocido en el artículo 4º constitucional. Desde la teoría de la interseccionalidad se analiza que la desigualdad y centralización de los saberes sobre la vida se estructuran por varios sistemas de dominación que se superponen, cruzan o suman (adultocentrismo, racismo, colonialismo), para excluir a quienes tienen voz, pero que históricamente han sido poco escuchados y han tenido escasas posibilidades de representarse a sí mismos: niñas y niños rurales.

En el proyecto de investigación e incidencia “Participación comunitaria intergeneracional para el reconocimiento y resignificación de memorias bioculturales diversas sobre los usos de recursos naturales locales” (2023-2024, PRONAII No. 322651 – CONAHCYT), estamos dialogando, dibujando y recorriendo el territorio con niñas, niños, adolescentes  y adultos de zonas rurales del municipio de Pijijiapan, Chiapas, México, en comunidades ejidales cercanas a dos Reservas de la Biósfera, La Encrucijada (Ejido El Palmarcito) y El Triunfo (Ejidos Plan de Ayala y El Vergel). Los territorios que habitan las infancias, adolescencias y las adulteces rurales se construyen y se transforman por sus prácticas, físicas e imaginadas; además, los aspectos representacionales sobre y desde el territorio contienen fuertes componentes identitarios. Con estas ideas se propuso una herramienta metodológica para el diálogo llamada ‘Maleta Viajera’, que busca representar y reconocer las vidas, experiencias y saberes de niñas y niños (NN), sus formas de representarse y narrarse a sí mismos.

¿Qué son las maletas viajeras?

Con niñas y niños estamos reflexionando el lugar donde se vive, como una forma de indagar y dialogar sobre el territorio y las memorias bioculturales. En ese sentido, invitamos a NN para que pensaran en cosas que podrían incluir en una maleta y con ellas dar a conocer cómo es su comunidad. Esas maletas creadas podrían intercambiarse entre comunidades: mostrándose y describiendo su comunidad mutuamente. 

Las maletas viajeras: guion y contenido para museos comunitarios representativos

Las maletas viajeras son producciones de infancias y como tales evocan memorias bioculturales: contiene saberes y conocimientos sobre las relaciones y funciones de diversas entidades (plantas, animales, personas, agua, tierra, y otras). Luego de que NN hicieran maletas observamos que no sólo contenían “objetos”, sino lugares, personas y actividad sociocultural. Así, las maletas fueron un repositorio de resignificaciones del territorio, por lo que pueden mostrarse en una colección museística si así se dialoga, negocia y decide con las infancias autoras.

A la vez que tienen la fuerza de representar el territorio, las maletas son microguiones, dando así sentido a lo que se representa en las narrativas, y articula lo propio (autoría colectiva) y lo ajeno (el espectador, el escucha, el observador).

Fotografía cortesía de maleta viajera

Las maletas contienen una función de instrumento en el proceso de mediación interpretativa del territorio. Las autoras-infancias disponen de elementos esenciales que deben montarse en una museografía viva circunscrita a ese tiempo en que fueron elaboradas. Lo que aparece en las maletas ambientan las exposiciones, y las delimitan. Los objetos, vistos ahí, presentes ahí, pueden evocar estructuras sociohistóricas más amplias, como la organización laboral, la dedicación laboral, los lugares de las infancias y aspectos estéticos.

Aquí presentamos una maleta en la que se entrevé lo que hacen, cómo visten, los lugares, costumbres y qué comen en El Palmarcito. Es decir, es una maleta que contiene una historia gráfica (mar, palmas) y textual, una “monografía” (como le nombró la niña narradora).

El Palmarcito. Autoras de la Maleta viajera (edad en años entre paréntesis): Alani (10), Evelin (5), Areceli (5), Yolanda (10).

Aquí en Palmarcito, municipio de Pijijiapan, Chiapas, nos vestimos con chort, blusas y playeras porque hace mucho calor. Aquí en Palmarcito la mayoría va a pescar, y nos alimentamos con pescados, frijoles, ceviche, y lo más típico es el pescado. Aquí en Palmarcito está muy poblado por los habitantes, y llegan muchos turistas a ver el mar. Aquí en Palmarcito contamos con canchas, con campos e iglesias; con primaria, secundaria y prepa, y nuestro transporte son los mototaxis. Antes no había señal, no había transporte, era puro monte, y si querías hacer una casa tenías que pasar en cayuco, y no tenías que llevar mucha tierra porque si no se te volteaba y tenías que irte caminando al lugar donde ibas. Y todas las casas eran de palmas.

Si consideramos que la maleta viajera representa, además de una pieza (toda la maleta en sí), micropiezas, entonces, habría que hablar de las palmeras, de los peces, del mar (y de las pampas y los esteros), de Pijijiapan municipio, de Palmarcito. Habría que referir, también los objetos, hechos y significaciones presentes en el texto; aceptar la narratividad de la pieza toda; una pieza multiforme y polisémica. Esta maleta contiene elementos históricos y cambios que ha sufrido la comunidad, así como su hacer comunitario y aspectos de identidad.

Maletas abiertas

Las maletas viajeras cuentan historias que detonan diálogos intergeneracionales, conectan las distancias geográficas y el tiempo para encontrarnos, reconocernos e interaprender. En este sentido, las maletas tienen la capacidad de resonar en un público heterogéneo impactando más allá de la mera producción de conocimiento, para contribuir a reequilibrar esa distribución desigual de los recursos y espacios culturales para que NN se representen a sí mismos y sean escuchados. 

El realizar maletas viajeras permitió coleccionar objetos, lugares y prácticas socioculturales diversas. Supone la imaginación y representación del espacio identitario que se plasma en dibujos o en la colección de objetos materiales e inmateriales que refieren al territorio. Por ello, cuando NN seleccionan objetos generan una conciencia prospectiva de que esos objetos tendrán la potencia de mostrar cómo es el lugar donde viven; esas maletas, contienen, entonces, una capa de representación del territorio que funciona en dos sentidos, para comprender cómo están organizando el pensamiento sobre el territorio habitado, y otro, para exponerse en el museo y que se reflexione a partir de ellas.