Año 2, Número 9

Autora: Jessica Vázquez Reyna

Los saberes tradicionales de las comunidades forman parte del patrimonio biocultural de las mismas. Existen diferentes expresiones culturales en su cotidianidad, algunas tienen una antigüedad considerable y son propiamente originarias de un solo territorio, otras más son actuales o adoptadas de ciertas regiones por lo que no necesariamente requieren de un reforzamiento para conservarlas.

El territorio tlaxcalteca se caracteriza por tener una amplia diversidad tanto natural como cultural, lo que le permite poseer una gama de expresiones culturales que distinguen a una comunidad de otra. El aprovechamiento de la naturaleza es algo que ha estado presente desde tiempos memorables, haciendo que el ser humano vaya encontrando en ella alimento, refugio, medicina y hasta esparcimiento, en la actualidad hay muchas de esas prácticas que se siguen conservando en los rincones de este pequeño estado, otras se han ido perdiendo y otras más están en riesgo pero se pueden generar acciones de conservación, tal es el caso de uno de los elementos que se puede observar en la mayor parte de Tlaxcala y que puede dar distinción al estado: el maguey como planta característica del altiplano central mexicano y para la producción del pulque.

El maguey es uno de los nueve géneros de la familia Agavaceae, existiendo más de 210 especies de agaves, para la flora mexicana se han registrado 160 especies, de las cuales 130 son endémicas, es decir son exclusivas del territorio mexicano. Desde épocas tempranas hubo un intenso y variado uso del maguey. Lo que lo hacía notable era lo útil que resultaba para cubrir una amplia gama de necesidades, que iban desde las simples y mundanas a las enmarcadas en complejas prácticas rituales. 

Productor Gaudencio Reyes de Tlalcuapan, Tlaxcala
Fotografía de Jessica Vázquez Reyna

El maguey es una planta que posee múltiples beneficios, “da agua, vino, aceite, vinagre, miel, arrope e hilo, aguja y otras cien cosas” por ello se la ha conocido como el “árbol de las maravillas” (Joseph de Acosta,1590) también tienen una importante función en el ecosistema pues son captadores de agua, evitan la erosión del suelo, fijan carbono, entre muchas funciones más. El maguey en Tlaxcala tiene un importante uso que es bien conocido no solo a nivel local y que se ha mantenido por siglos, es la producción de pulque, misma que se ha concentrado en ciertas zonas del territorio pero que a lo largo y ancho de él se puede encontrar a un sinfín de personas que aún mantienen la práctica del tlachiqueo, palabra que tiene sus orígenes en el náhuatl tlachiquiliztli, “raedura, acción de raspar una cosa”.

La presencia de la planta de maguey en el territorio tlaxcalteca ha tenido una variación considerable, pues ha ido en decremento cada vez más, ahora se observan los campos de cultivo de puro maíz sin trabajar el sistema milpa o los clásicos metepantles (paredes de maguey) en sus líneas divisorias entre los terrenos, práctica agrícola que permitía la retención de suelos, sobre todo en las terrazas de cultivo, situación que ha hecho que la población de personas que se dedican a la producción de pulque (tlachiqueros) sea cada vez menor.

La transmisión y continuidad de la práctica del trabajo del maguey para la producción del pulque en las comunidades se encuentra cada vez en mayor riesgo de desaparecer, debiéndose a múltiples factores, como la falta de siembra de maguey, escases de tierras propias para sembrarlo, la falta de recursos para invertir en la compra de planta, el tiempo de espera para la maduración del maguey, el poco interés de los jóvenes en desear aprender este arte y también la falta de organización del mismo sector productivo para poder gestionar programas públicos que los impulsen a fortalecer el trabajo del campo, además, se necesita también que los sectores de gobierno pongan especial atención en esos micro productores que están trabajando de manera artesanal el pulque, resistiendo en sus comunidades elaborando un pulque de calidad, auténtico, pero que por las razones mencionadas y algunas más que cada uno tendrá, la bebida no está llegando a los consumidores finales, se está quedando rezagada en esos tinacales caseros, está siendo tirada a la tierra, al drenaje, mal vendida por falta de espacios donde promoverlo y también por la falta de reconocimiento y difusión al trabajo que están haciendo.

Ante estas situaciones, pueden proponerse acciones para fortalecer la identidad cultural, cada persona habitante de un territorio puede convertirse en un promotor del patrimonio biocultural del que se rodea, primero debe explorarlo, conocerlo para poder reconocerlo y promoverlo. El trabajo de los tlachiqueros que producen pulque en pequeña escala debe ser reconocido, se necesita hacer un trabajo colectivo con las administraciones municipales para que cada cual haga un registro y mapeo de los productores de pulque que se mantienen en su zona, saber sus nombres, edades, tiempo que han dedicado a trabajar el maguey, los retos a los que se enfrentan y poder gestionar foros, pequeños encuentros, diálogos entre ellos en primera instancia y después con las autoridades que puedan dar un impulso y reconocimiento a su trabajo.

Productor Lorenzo García de Temetzontla, Tlaxcala
Fotografía de Jessica Vázquez Reyna

Poniendo como ejemplo el de la comunidad de San Francisco Temetzontla, en la zona centro del estado de Tlaxcala, con 2490 habitantes, una comunidad que hace más de 70 años era uno de sus principales ingresos económicos la producción y comercialización de pulque , hoy se han registrado un promedio de 13 productores, esto nos indica que el trabajo de los tlachiqueros se niega a desaparecer y que se necesita aún mucho por hacer para conservar al “árbol de las maravillas” y a una de las bebidas tradicionales con un gran número de propiedades benéficas para el consumo del cuerpo humano.

Sin tierra no hay maguey, sin maguey no hay pulque ni tlachiquero y sin consumidores el pulque y los tlachiqueros no podrían continuar igual.